Ciertamente las nuevas publicaciones han quedado algo perdidas en el tiempo. ¿El motivo? Quizás porque ya no me siento a mirar al horizonte en una playa desierta; quizás porque cada día ya hay una melodía que me hace vibrar; quizás porque para salir, buscaban grietas en un corazón que hoy está pleno y henchido; quizás porque ahora las escriben mis ojos y mis dedos sobre la seda de una piel.
Vengo y paseo por este jardín, y veo las huellas de quienes han hollado este sendero, pasos quedos, algunos, que aspiran el aroma en un tiempo detenido, y otros fugaces que miran y, sin ver, se desvanecen buscando otra melodía.
Siempre he pensado en la poesía como en unas notas que vibran en sintonía con el corazón. Quizás tras los ojos que la leen no vibran las sutiles notas del acorde dibujado. O, quizás, suavemente, casi furtiva, surge la melodía que hace desvanecerse el tiempo y ante ti se dibuja un mundo que enciende tu corazón, y que, al finalizar el último verso, no desaparece del todo, sino que permanece tejido en tu razón, en tu ser, en tu mirada, y que modela tu presente con una sonrisa teñida de sueños.
Toda vida es un viaje. Si hoy has dado unos pasos por aquí, disfruta de la melodía de mis sueños.