Cuando las arenas del tiempo
se vuelvan livianas,
cuando el tacto se torne áspero
sobre mi piel,
cuando al caminar tropiecen
todos mis pasos,
y el tiempo tenga prisa
por venirme a ver,
por las ventanas rotas
de mi alma cansada
seguirá entrando la luz
del amanecer,
que serán tus ojos
despertando en los míos,
que será tu sonrisa
calentando mi piel.